El Sevilla, ahora sí, presionó donde debía y el Valencia se sintió sin aire para contragolpear. Hasta entonces, el conjunto de Emery se había sentido muy cómodo con el plan de los bajitos que había programado su entrenador. Sin un delantero de referencia, Silva y Mata picaban aquí y allá, se asociaban con Joaquín y Vicente, y ponían en serios aprietos a Palop. El viento venía en la cola después del sorprendente gol de Marchena al poco de arrancar. No podía encontrar Marchena, sevillista de cuna, mejor lugar para renacer que el Sánchez Pizjuán. Venía el capitán valencianista de una primera vuelta flojísima tras una Eurocopa espectacular, así que su cabezazo cruzado a un centro de córner de Joaquín a pierna cambiada resultó una sorpresa.
A los 23 minutos Capel se quitó la parte de arriba del chándal. Y dos minutos después ya estaba en el campo para suplir al lesionado Adriano. Un escalofrío recorrió el espinazo valencianista, que recordaba el partidazo de Capel en Mestalla la semana pasada. Duscher empezó la segunda parte pisándole el tobillo a Vicente. A Emery le disgustó su equipo en la reanudación y se atrevió con dos cambios a los pocos minutos: entraron Morientes y Fernandes en lugar de Baraja y Vicente, que se marchó muy ofendido. Al Sevilla también le faltaba fútbol y le sobraba Duscher, que por fin había sido amonestado. Así que Jiménez lo sustituyó por Renato.
Navas empezó a meter el turbo y Moretti no daba abasto. En el otro extremo, Joaquín se sacrificó en la persecución de Capel como sólo Emery ha conseguido que se sacrifique. Miguel, como siempre, perdía la posición con demasiada facilidad.
Emery estaba dispuesto a asumir muchos riesgos y eso suponía efectuar el tercer cambio en el minuto 68. Retiró a Silva por Edu. El partido se enfrió, si eso es lo que quería el técnico valencianista.